Hola, soy Floriana, la fundadora y líder creativa de Maia Minz.

Crecí y aprendí a respetar y trabajar con la tierra y las plantas. Desde pequeña me enseñaron a hundir las manos en la masa y a seguir el ritmo pausado del pan y del campo. No había prisa; había un compromiso con lo que se hace bien. Aún recuerdo el olor del pan caliente que hacía mi abuela Floarea y el eco del telar en los inviernos; son recuerdos que forman parte de mi memoria.

Cuando empecé a crear, busqué un nombre que contuviera todas esas historias y recordé que en rumano, “maia” designa a la masa madre, ese fermento vivo que nace poco a poco y da vida al pan. No pude evitar sonreír: el mismo término que designaba el inicio del pan se llamaba igual que el pueblo de mi abuela paterna, un lugar pequeño rodeado de campos fértiles donde su gente vivía al ritmo de la tierra. Era una coincidencia que parecía un guiño del destino.

“Minz” es mi apellido familiar, la parte de mí que está aquí y ahora. Así, Maia Minz se convirtió en un universo: el encuentro entre un lugar, una palabra ancestral y mi identidad.
Cada pieza que sale de mi estudio lleva un poco de ese mundo. Trabajo la arcilla porque me conecta con la tierra; utilizo lino o algodón como soporte para mis ilustraciones porque me recuerda a los inviernos junto al telar; diseño porque siento que cada objeto puede ser un puente entre lo que fue y lo que será. Las artesanas y los artesanos sabemos que las tradiciones se transmiten de generación en generación; yo intento honrar esas manos que me precedieron y, al mismo tiempo, añadir mi mirada.

Maia Minz no es solo una firma: es un acto de memoria hacia dos mujeres, Floarea y Ana, mis abuelas, con cada pieza que creo. Aquí conviven la paciencia de la masa madre, la luz de aquel pueblo de ayer y mi deseo de hacer objetos singulares con alma. Es un pequeño universo, hecho de tierra, tela y tinta, donde el ayer y hoy se encuentran para seguir caminando juntos.